sábado, 24 de septiembre de 2011

Nuevas Fronteras - Parte III

Hay cosas tan obvias que no necesitan mucho pensamiento para tomar una decisión; pero mientras te encuentras en medio del bosque no eres capaz de ver que también hay desiertos y océanos. Siempre hay que cambiar de perspectivas para saber si uno está en el camino correcto.

La decisión de no regresar más ya estaba tomada en mi cabeza, así que pase un mes solo visitando ese lugar para no arrepentirme de mi decisión. Las noches nunca cambiaron, y los días comenzaban a ponerse igual que las noches. Eso es una señal que ese lugar no es y nunca será para mí.

El día llegó, jamás volví a caminar hacia aquellos días pasados y pareciera que ese lugar hizo un pacto con la naturaleza porque los climas que comencé a sentir fuera de ese lugar fueron idénticos a los momentos más añorados que pase. Y por si fuera poco, el guardia me llegó a buscar prometiéndome lo que nunca hizo en todo este largo tiempo: buscar hechizos para deshacer la maldición.

Las cosas no son iguales una vez que has decidido irte. Aquella ilusión, confianza y la buena voluntad que uno tiene cuando comienza un odisea no vuelve a ser igual después que tus expectativas han sido derrumbadas y elevadas muchas veces.

El día de mi nueva determinación marcó y definió las 2 caras de mi personalidad. No seré el mismo que conocieron hace 100 años, pero creo que soy un poco mejor que antes. Este viaje dejó muchas marcas en mi vida y sobre todo a aquellos que estuvieron muy pendientes.

Es el momento de encontrar la verdadera respuesta.

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jueves, 22 de septiembre de 2011

Nuevas Fronteras - Parte II

Jamás había visto un lugar como este; realmente desde ese día comencé a entender porque las personas caminan hacia determinados lugares. Aquella noche que llegué, será un día que marco la persona que antes fui y la que se encuentra escribiendo este fragmento. Creí haber encontrado el mejor lugar para vivir.

Fui a decirles a todos lo bien que la pasaba en este lugar, y no faltaba aquel que me advirtiera del que peligro que presentaba. Finalmente, decidí que también las personas que más confiaban en mí debían conocer ese lugar y se los mostré; su reacción fue la peor para mí, opuesta a mis ideales en ese entonces. Desde entonces, interminables discusiones iban y venían en mis oídos.

Pese a que era feliz mientras estaba ahí, había una parte del día que no disfrutaba, la noche. En esas horas del día las cosas se desaparecían sin yo saber por qué. La persona que vivía en ese lugar me trataba de tranquilizar diciéndome que ese fenómeno era normal, que tarde o temprano me acostumbraría, y que incluso el lugar podía acostumbrarse a lo que yo quería.

Mientras los meses pasaban, disfrutaba el día y me angustiaba en la noche. El guardia del lugar me dio una razón del porque sucedía, y que era mi decisión seguir disfrutando y angustiandome a la vez, o ponerle punto final a este capítulo. Pero el placer y la paz que me daba este lugar no lo había encontrado en otra parte, y deseaba conservarlo para siempre.

Mi angustia cada vez era grande, pero la felicidad que sentía no estaba en otra parte. Mi adicción al lugar me quitaba tiempo para descubrir lugares menos adictivos, compartir experiencias con las personas de toda la vida, y cada vez me sentía solo. Cada vez que tenía un sueño que querer cumplir y llegaba la noche, las cosas cambiaban y tenía desilusiones.

Una tarde de repente, mientras disfrutaba del paisaje de ese lugar, los arboles, los animales, el aura, la paz que sentía comenzó a desaparecer. Era como si todos esos meses que visitaba ese lugar se estuvieran esfumando y quedará solo. Día y noche cuando regresaba o salía de mi casa solo miraba ventanas cerradas, acompañadas de fuertes tormentas, y sin ningún alma con quien conversar.

Poco a poco esa felicidad que creí haber encontrado desapareció, y era la costumbre que me mantenía visitando ese lugar. El guardia ya sabía mis horarios, y yo ya daba por hecho en que momento el lugar se esfumaba para regresar a la soledad de mi hogar. Las cosas dejaron de tener sentido para mí; la existencia solo era una casualidad de los átomos.

De repente pense que había un camino que estaba obviando, una pequeña luz que las personas de mi confianza habían puesto con muchas candelas a lo largo de la calle. Esas pequeñas luces me hicieron preguntarme "por qué?", "por qué lo hacen?", "por qué no me dejan sufrir mi soledad en el lugar que yo había decidido vivir?". Aún no sé la respuesta, pero seguí ese camino.

Era el momento de tomar una decisión.

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martes, 20 de septiembre de 2011

Nuevas Fronteras - Parte I

Ya lo había decidido, yo quería explorar ese lugar sin importar los rumores de los que muchos hablaban. En la vida hay cosas que uno debe experimentar para convertir los rumores en verdades absolutas. Mi voluntad ya estaba lista para aceptar todo lo que viniese una vez iniciará ese viaje.

Cada experiencia te pide algo a cambio que hasta cierto momento sueles conservar. Yo estaba dispuesto a perder lo que varios religiosamente consideran un tesoro en estos días, pero para la mayoría es simplemente un metal precioso que no te es útil en la vida.

Opiniones encontradas, coincidencias, suerte, pero sobre todo mi determinación me ayudaron a iniciar el viaje a un mundo desconocido. Lo hice a escondidas de las personas a las que más confianza les tendré en mi eternidad porque mis enseñanzas durante mi infancia me prohibían tal acto. Aún sigo pensando que no cometí una violación a los principios básicos de la vida.

Mientras viajaba, hubieron muchos fenómenos que amenazaron mi decisión de llegar al destino final: días sin sol, fuertes tormentas que me dejaban sin energía, y sobre todo, con mucha hambre y sed. Mi cuerpo se sentía el juguete de los vientos, cualquier leve brisa podía moverlo y apenas ponía resistencia.

Finalmente llegué.

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